El concepto Arte en el espacio público se viene designando desde los años 60 aquellas tendencia de muchos artistas a sacar sus obras de los museos y a integrarlos en el espacio urbano. Desde entonces una joven generación de artistas se ha involucrado a lo público desechando el espacio nítido museal. Ahora mismo el espacio público confronta nuevos condicionamientos urbanos, historicos, politicos y sociales, lo que hace del artistas público un activista y un nuevo ciudadano. El objeto fundamental del Arte Público es desmitificar el concepto de creatividad… Nuestra intención es convertirnos de nuevo en ciudadano.

jueves, 6 de marzo de 2014

Tierra de Nadie

Por Douglas García.


Es evidente que el ciudadano cada vez menos, tiene ese margen para ejercitarse en el vive como quieras. No obstante, siempre hay margen para evadirse del tráfico, la inseguridad, la falta de servicio, la burocracia y todas esos irreciclables males que aquejan a las ciudades, unas más que otras, y que patrocinan las más abyectas ruinas morales que padecen la ciudadanías.

No es descabellado afirmar que la ciudad es una tierra de nadie, donde cada quien puede plantar su bandera, en ella podemos tropezarnos con Yuppies, Hipsters, Brooker, Emos, Punk entre otras tantas tribus urbanas que asumen para si una especie de bohemia que no es otra cosa que persistir en sus hábitos como un culto a su propia libertad de vivir como parte de una sociedad.

Pero obviemos la paleopolítica que la derecha y la izquierda traen consigo, desde luego, a la estructura aburguesada de las sociedades urbanas cualquiera que esta sea, y admitamos que la bohemia es un aprendizaje de libertad, porque el termino bohemia contiene en si misma los placeres de una vida relajada, creativa, desprovista de cánones y formulismos y si se puede, alejado de la tarjeta de crédito. Pero debemos ante todo entender que la bohemia actual lleva consigo un compromiso social que no la aparta del molde capitalista pero en plan creativo, algo que sin dudas, agrupan y distancia a muchas tribus urbanas, las cuales como actividad social buscan distinguirse dentro de la urbe como un colectivo excéntrico, definitivamente, uniforme y egotico.

Si el calificativo de bohemio tiene alguna valía, esta se fundamenta por la simpatía y el compromiso de sus ideales, porque el hábito se ajusta a una realidad posible, sobretodo, porque la creatividad puede ser rentabilizada a favor de todos. Dicho esto, y respetando a esos artistas que aun arrastran la cobija por aquella bohemia que se respiró a principios del siglo XIX y principio del XX, podría afirmar que la nueva bohemia es la que llevan los activista urbanos consigo, algo que celebramos porque ellos son una bocanada de aire fresco que nos ofrecen a los ciudadanos comprometidos con el devenir de la ciudad.

Probablemente, la ventaja que tiene la nueva bohemia con respeto a la añeja, es que ya no se pierde tiempo en discusiones estéticas y/o filosóficas, de resto, y salvando las distancias, la bohemia es la misma, es como una tienda china de bisutería, es decir, está llena de cosas variadas, baratas y temporalmente útil. No obstante, los personajes que han salido de la vida bohemia le da un componente mágico a la militancia creativa de esta forma de ver y vivir la vida, que como se dijo anteriormente, tiene un extraordinario sentido de libertad y nos regala a todos una posibilidad que a su vez nos hace ver la ciudad como un espacio de posibilidades.

Ahora bien, si elogiamos a los activistas como los nuevos bohemios, debemos de reconocer que una ciudad como Caracas necesita el concurso de todos, sobretodo, de espacios para que la bohemia se recree, desde luego, no se aspira a recrear a la legendaria terraza de La Rotonde en un Montparnasse donde discurría un Max Jacob, Trotsky, o un Diego de  Rivera, o la Coupole donde se podía tropezar con Dufy, Josephine Baker, Braque, Breton o Giacometti, tal vez tampoco aspiramos a un café Flore donde charlaban amenamente un Sastre con Simone de Beavoir o Les Deux Magots en un boulevard Saint Germain con habituales como Jean Genet y Albert Camus. Posiblemente, Caracas como ciudad necesita más que nunca un espacio para que se reúna la vida bohemia, lo que es igual, un espacio para la convivencia de filósofos, artistas, artivistas, vividores, músicos, náufragos urbanos, poetas, curiosos, excéntricos y todo aquel que desee aparecer. Lo que está claro, es que estos espacio son se crean, ¡se eligen¡, como en su momento fue elegido el callejón de la puñalada o el recordado café Rajatabla, que si bien, no contaron con la presencia de un Merleu Ponty, Calder, Picasso, Hemingway, Scott Fitzgerald o Henry Miller, tuvo su propia fauna, por supuesto, no tan renombrada como la de aquella bohemia parisina, pero no por falta de talento. Lamentablemente, debemos admitir que el reconocimiento y la fama suele matarle la bohemia a nuestros nacionales, porque no es lo mismo frecuentar un café Les Deux Margot que un bar en el callejón de la puñalada, y no se le puede quitar razón, porque la bohemia se nutre de bohemia y si esta le da sentido, identidad y objetivo a un individuo, este buscará otro espacio de bohemia hasta que la fama haga que se refugie un espacio propio apartado de esa bohemia que una vez le nutrió.

Ciertamente, la bohemia se da en cualquier lugar, desde un tugurio en el barrio de Harlem donde puede surgir un Charlie Parker o un bar llamado La Cueva en Barranquilla que contó como cliente a un Gabriel Garcia Márquez, pero hasta un escritor como el Gabo al igual que un Miles Davis van por distintas razones a parar con sus huesitos a otra bohemia, otra bohemia que nutran la suya, dejando muy claro, que la bohemia no le otorga talento a quien no lo tiene, pero si le da a quienes lo posee la posibilidad de enriquecerlo, y para ello cualquier espacio y cualquier tiempo da igual.

La alcaldía de Caracas ha rescatado espacios en la ciudad que han llamado a la vida bohemia sin ningún éxito aparente, algo que nos refiere al Manhattan la cual Andy Warhol trató de convertir la bohemia en un acto publicitario y consumista, lo que nos indica a clara luces, que la bohemia no obedece ni a la propaganda política ni  la publicidad capitalista, no obstante, se agradece los espacios urbanos rescatado por las distintas alcaldías de la gran Caracas, porque con bohemia o sin ella, la ciudadanía no es ingrata ante la recuperación de sus espacios cívicos. 

Definitivamente, no es lo mismo haber compartido bohemia a tiro de piedra con un Julio Cortázar en Paris, que compartir un espacio que se desea rescatar a través de una acción creativa con el apoyo de otros artivistas. Y es que la bohemia ha cambiado con el tiempo, ha mutado, es portátil  y se ha hecho más comprometida y menos dramática. Los bohemios no necesariamente provienen de las artes, de hecho, puede ser cualquier hijo de vecino que desee cambiar el mundo comenzando por su propio espacio urbano, y no es necesario ser de izquierda o de derecha, porque la mayoría de los artivistas son neo anarquista urbanistas y ecologistas que depende de sí mismo y no de un partido, en definitivas, son seres que desde su propia libertad se sumergen en la cultura globalizada del este planeta, y solo tratan que esta tierra de nadie tenga sentidos para todos.

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